martes, 17 de abril de 2007

Y... satisfaciendo vuestras demandas (jeje)... ¡las reglas del pinacle! ¡Cómo se complican!

martes, 10 de abril de 2007

SEMANA SANTA 2007

Semana Santa movidita… San Sebastian, Hondarribia, Valle del Bidasoa… Un poco de lluvia, mucho sol, bastante de agujetas, mucha comida (qué burros son estos vascos), y mi nariz pelada.
San Sebastian… perfecta. ¿Demasiado? ¿Pero ahí no vive gente normal de esta que no puede comprar casas enormes ni pisos señoriales? La Playa de la Concha un poquito triste en estas fechas. Los puentes sobre el río, románticos... El Monte Urgull, con unas vistas preciosas de la bahía. Y la casa donde estábamos, en el Monte Igueldo, con el ruido de los acantilados al lado, embriagadora.
Acostumbrada a Barcelona no sabría decir si es positivo o negativo pasar cuatro veces por la misma calle en la misma tarde, pero es una ciudad muy bonita y muy cuidada.

Hondarribia no es tan estéticamente bonita (aunque lo es mucho) pero me cautivó más. Su casco antiguo, enmurallado, es más el de un pueblo que se conserva muy típico, y es muy acogedor. Ver toda la desembocadura del Bidasoa de un golpe de vista, con Hendaya frente a Hondarribia choca, y además muy limpia (en Barcelona lo único que ves frente al mar es más agua, y con desechos humanos por supuesto).



Ya adentrandonos por el Bidasoa, las pequeñas montañas que forman numerosos valles alredodor del rio nos acogen. Los árboles aún no estan verdes, pero los prados, que en esta parte del pirineo son amplios y con pendientes suaves, son de un verde muy relajante.
La gente… pues no sé, porque no los entendíamos. Aquí ya no son vascos, pero nadie lo diría.
Los pueblos muy cucos, y las montañas… ¡muy cansadas!. Sólo hicimos un par de rutas a un par de picos de la zona, pero es que ahí el concepto de pendiente progresivamente inclinada no lo conocen. Ahí todo se sube y se baja una vez tras otra, hasta que por fin se deciden a poner la subida definitiva y entonces la progresión es bestial.
La foto es en el pico Bianditz (increible que me acuerde del nombre, porque son nombres para leerlos y no pensar más).
Los animales se ven tan sanos, y la gente parece vivir tan tranquila, que te llegas a plantear si volver a ser un urbanita más es una buena opción. Allí aun ves niños jugar a la charranca y que se divierten corriendo detrás de un perro para tirarle de la cola. Y ni los perros se permiten estresarse por ello.