lunes, 15 de octubre de 2007

Pedraforca


Eeee… ¿como decirlo?…. ¿como decir que…? ¡Me duelen hasta las orejas! Y es que ¡no se puede ser una metro y medio y querer subir al Pedraforca! Pero… ¿uñas para qué os quiero? Aunque si no llega a ser por la persona que tan amablemente clavó su mano a modo de apoyo para mi pie en medio de una roca de…. ¿un metro y medio?... Aunque al final tuviera que ser un ¿culo para qué te quiero?... Me gusta mirar esta foto y ver que la grimpada (o lagartijeada, o tortugueada) mereció la pena. Las vistas eran impresionantes, ¡y nunca mejor dicho!: anoche con los ojos cerrados aún me impresionaba un poco el tema…

Venecia


El último día que estuve en Venecia me quedé melancolicamente emocionada. Ahí estábamos, una tarde cualquiera (de esos en los que nosotros solemos pasear por un centro comercial o por una calle cualquiera de nuestro barrio), al pie del puente Rialto, sentados en unos escalones junto al Gran Canal, viendo pasar a los gondelores con su “O solo mio”, contemplando los cafes, la gente, los turistas, los callejones que lo rodean, sus colores, y escuchando alguna música que provenía de algún rincón… Los vaporettos se llenaban de familias que salían a dar un paseo, de gente que volvía de trabajar, o de niños que volvían de la escuela con sus mochilas. Pensaba “Qué bonito lugar al que volver otro día, otro momento”…
Y es que conforme pasas tiempo allí, Venecia se va volviendo más mágica ante tus ojos, más especial, más extraña y más tuya a la vez. Pero melancólicamente me tenía que despedir de ella, porque no sabía si ese otro “día” que volvería la seguiría viendo igual, si seguirían los cafes y el mercado medio inundado al pie del Gran Canal, o si ya se habría inundado por completo. Y es que Venecia se está hundiendo, como lleva haciendolo desde hace muchos años, pero ahora a un ritmo más trepidante. El turismo, la industria, el cambio climático, afecta allí a pasos muy agigantados, tal vez al ritmo en que se verá afectado el resto del planeta en un tiempo. Y quizá entonces sea tarde para volver a visitar esos sitios, o tan siquiera para visitar por primera vez esos lugares a los que algún día hemos soñado ir.

jueves, 11 de octubre de 2007