jueves, 20 de septiembre de 2007

Mind the bag - Londres


Londres. Una ciudad que aunque no es tan encantadora como París, tiene de todo. Puedes pasear con un perrito caliente comprado en cualquier puestecillo e ir obserbando las 19 limusines que pueden llegar a pasar en una hora (algunas de un fucsia horroroso), pasear por el Soho (la Chinatown) mientras ves como cuelgan los conejillos muertos en los escaparates, comprar libros en una librería en Notting Hill (si no es de segunda mano leido por un inglés no es lo mismo), hacer un pic-nic comiendo entre otras marranadas kit-kat de chocolate y naranja mojado en ioghourt de vainilla y plátano en St. Jame’s Park mientras escuchas a los patos con la London Eye de fondo, pasear por el Hyde Park perseguido por otro pato transgénico (doy fe, lo ví de cerca) mientras te desesperas buscando a Peter Pan (¿se lo habran comido los patos?), y… en fin! un no parar. La verdad es que es una ciudad muy paseable, donde en comparación con París todo está relativamente cerca.
¿Lo mejor? Aunque suene extraño, una mañana de mercadillo por el Candem, en el “Londres profundo”. Es un hiper mercadillo donde venden ropa y todo tipo de objetos, en un ambiente un poco selva para lo que es Londres, pero ahí está el quid de la cuestión, en el contraste. Tiendas a ambos lados de la calle, una zona con puestecillos donde puedes encontrar de todo, una casita que hace el efecto de unas galerías cubiertas con más de lo mismo, y al lado de la pequeña Venecia (unos canales por los que circulan barcos y demás) muchos puestos donde comprar comida para llevar (de todos los paises menos británica). Puedes comprar desde una camiseta a una gorra, pasando por relojes de colgante (niñas, ¿qué hora es?), esposas, y todo tipo de objetos poco convencionales.
¿Y la parte cultural? Jaja. No sé si me gustó ver como los británicos se habían llevado paredes enteras de Egipto y otros lugares para montar su pesebre en el British, pero el Tate Modern tiene sus cosillas graciosas e interesantes, y la National Gallery… pues había que verla…
Al igual que el metro. Había que verlo. Yo tenía ganas de subirme en el metro de Londres, y escuchar eso del Mind the gap, hasta que comprobé que allí el concepto ventilación es: abre las ventanas de ambos extremos, y gracias al efecto tubo que hace el vagón de 1 metro y medio de ancho, cambia de peinado en lo que dura una parada. Es una exageración!
Mi gran descubrimiento: las Muffins ( a los patos del Hyde Park tambiés les gustan) y… el English Breakfast!!!, aunque no sé si volveré a comer judías después de las baked beans del desayuno de cada día (¿a quien se le ocurre echarle ketchup a las judías?). Nunca olvidaré las bolsas del Sainsbury que tantas horas nos acompañaron y tantas comidas nos apañaron. Mind the bag!

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