viernes, 14 de septiembre de 2007

París, mon amour!!




Bueeeenooo!!! cuanto tiempo!!! Pues sí, no sé si fue la Guía Michelin que como al señor Gurb nos introdujeron, y de gratis, o el desear con mucho émfasis que todo saliera bien, pero el viaje de verano se ha sucedido sin incidentes.
Tras expectorar mucho en el temido aeropuerto del Prat volamos sin problemas (raro, ¿no?), y tras superar las barreras comunicativas con los gabachos (bueno, como ahora les tengo un poco más de cariño, sobretodo después de conocer al francés-maño que nos sirvió crepes en un español de Teruel, ahora les llamaré franceses), pues llegamos a París. ¿Lo mejor? Para mí Montmartre, y quizá el barrio latino y Marais. Montmartre, con sus calles adonquinadas, que conservan su aspecto antiguo, sus escaleras con barandillas irregulares, recodos tranquilos, otros más frecuentados por los pintores, pequeños bares y restaurantes, y desde donde menos lo esperas… el Sagrado Corazón, imponente pero próximo, que desde lo alto de las escaleras vigila a todos los que nos sentamos a sus pies a escuchar alguna canción de Red Hot o la megaversionada Let it be (jeje, letra b, letra b).
El barrio latino, para mí uno de los más esperados después de Montmartre. Lo ves desde sus puertas cuando paseas por la orilla sur del Sena. Calles estrechitas, más tranquilas en sus afueras, más repletas de bares y retaurantes en el centro. En el barrio latino abundan los establecimientos con gastronomía de los cinco continentes, con su colorido y su música. Nosotros nos quedamos con la francesa y optamos por una fondue en una terracita de un pequeño restaurante con la fachada pintada de rojo. Y es que allí cada pequeña tienda o cada minúsculo bar está pintado de un color diferente, e incluso lloviendo, te saludan alegremente cuando paseas.
Tras uno con la entrada de color verde, algunos que no diríamos que son precisamente estudiantes, disfrutan de la happy hour en un pub para universitarios. Y es que resulta que el barrio se llama latino porque el latín era la lengua que hablaban los primeros estudiantes de la Universidad de la Soborna, que está muy cerca, y que habitaban el barrio allá por el medioevo.
Y Marais… pues otro barrio que a mí me encandiló también por sus callecitas estrechas y coloridas. Abundan los pubs de ambiente, y multitud de tiendecitas con toda clase de objetos, originales y divertidos. Ahí las calles tampoco son rectas, así que puedes perderte por cualquier rinconcillo, ¡y no saber salir!. Experiencia propia.
Y la Torre Eiffel… aunque me la conozco ya como si la hubiera construido yo, no me he cansado de mirarla y grabarla desde todos los lugares de París, porque allí donde menos te la esperabas, la veias aparecer entre los edificios. Imponente…Como sus 668 escalones que subimos a pie!!! En breve, el video en el Youtube ;)

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